viernes, abril 11, 2014

La nueva bibliometría: nuevos horizontes, nuevas oportunidades, nuevos peligros. Vino viejo en odre nuevo

Acaba de ver la luz en la revista de divulgación científica Investigación y Ciencia (abril de 2014, nº 451) un breve artículo titulado  Riesgos de la nueva bibliometría,   donde, al albur de nuestros últimos experimentos con Google Scholar, se resumen las fortalezas y debilidades de las nuevas e ignotas herramientas bibliométricas.
 La nueva bibliometría, nacida al calor del lanzamiento de los productos híbridos de Google (Google Scholar Citations en 2011 y Google Scholar Metrics en 2012) y de la extensión de la web 2.0 con todo su enjambre de nuevos medios de comunicación (Blogs, Twitter, Facebook, ResearchGate, Academia.Edu, LinkedIn,) y de nuevos almacenes de información bibliográfica (Mendeley, Citeulike)  y científica (repositorios institucionales y temáticos), está en plena fase de ebullición. Nueva fuentes, nuevas herramientas, nuevos indicadores métricos.
Búsquedas sobre Bibliometrics y Altmetrics según Google Trends

Si la antigua bibliometría, basada en la galaxia Gutemberg, medía la producción y el impacto de los documentos impresos predominantemente mediante el recuento de publicaciones y citas bibliográficas de los artículos publicados en revistas o congresos indizados en las bases de datos de referencia internacional (ISI-W0S) y con el factor de impacto como patrón oro de la medición; la nueva bibliometría utiliza todo lo que se produce y consume en la galaxia web, en el sentido más amplio del término. Los documentos, almacenados en la web, pueden ser visitados, visualizados, descargados, enlazados, citados, compartidos, reseñados, mencionados, comentados, discutidos, referenciados,  etiquetados, valorados, seguidos, difundidos. La huella digital es amplia y no se circunscribe solo a los documentos científicos sino a todas las actividades e interacciones sociales que los científicos, como cualquier usuario y ciudadano de la red, puede desplegar en su vida cotidiana. 
En definitiva, todo se puede contabilizar y todo se cuantifica, y se hace aún sin saber qué se está midiendo. Estamos en momento de más preguntas que respuestas ¿qué son estas nuevas acciones científicas? ¿qué significan exactamente? ¿qué cubren las nuevas fuentes? ¿cómo se construyen las herramientas?

No tenemos respuestas a estas preguntas, desconocemos de momento qué hay detrás de la nueva bibliometría. Si acaso podemos columbrar tres graves peligros  que la amenazan como espada de Damócles: 
la facilidad con que pueden ser manipulados
la fugacidad de los resultados y las medidas, en muchos casos difíciles de reproducir de manera estable
así como la dependencia tecnológica de compañías que elaboran herramientas que aparecen y desaparecen en el mercado cual producto de consumo.
Lo que sí sabemos con toda certidumbre es que la nueva bibliometría se cimenta en la vieja bibliometría que ya definía el maestro López Piñero como la disciplina encargada de generar indicadores bibliométricos que no son otra cosa más que “datos numéricos sobre fenómenos sociales de la actividad científica relativos a la producción, transmisión y consumo de la información en comunidades determinadas”.  Los problemas de la nueva bibliometría son los viejos problemas de la bibliometría:  ¿cómo medir los resultados de la investigación? ¿cómo medir su originalidad, relevancia, impacto? ¿cómo saber e interpretar lo que realmente medimos? ¿Qué fiabilidad, validez y representatividad poseen las fuentes, herramientas e indicadores empleados?
En fin vino viejo en odre nuevo. Claro que el nuevo recipiente puede condicionarlo. Al igual que las barricas determinan el sabor del vino, la web y sus derivados pueden determinar  su orientación, sentido y prestaciones.

Emilio Delgado López-Cózar
Huétor Vega, 11 de abril de 2014

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