Evaristo Jiménez Contreras
Desde el punto de vista del investigador promedio de las áreas de Ciencias Sociales; la situación hasta hace relativamente poco se había reducido a dos opciones: publicar fuera, al menos una parte de los trabajos, si se quería optar a los tramos o embarcarse en una serie de alegatos problemáticos para justificar su falta de internacionalidad lo que había alejado a una parte significativa de los investigadores del tema de la solicitud de los sexenios con todo lo que ello conlleva de frustraciones personales y desperdicio de recursos humanos. La situación se agravaba además porque desde la administración la exigencia de los tramos se había infiltrado de forma gradual en todo tipo actividades académicas y de investigación y se exige (o aconseja), por ejemplo, para optar a proyectos de investigación subvencionados, para participar en programas de doctorado, dirigir tesis doctorales y muy probablemente en un futuro inmediato se exigirá también para la promoción académica.
Conscientes del malestar generado en ciertas áreas científicas y conscientes también (esto ya forma parte del terreno de las suposición) de las peculiaridades científicas de las mismas, entre las que cabe mencionar la importancia de las monografías o la deficiente cobertura por parte de la base de datos ISI-Thomson de las publicaciones periódicas europeas y muy especialmente españolas en áreas en las que el factor local puede ser importante; los responsables del ministerio y especialmente de la CNEAI pusieron en marcha medidas encaminadas a corregir o al menos a paliar estos desajustes. Los resultados recientes de estos cambios pueden percibirse en varios ámbitos: por un lado, se ha modificado sustancialmente la normativa que afecta a la solicitud de los tramos de investigación, dentro de la cual se ha añadido un importante listado de bases de datos de especialidades con la intención de suavizar el acusado ISI-centrismo que se daba en la normativa anterior; pero lo más interesante no es tanto eso como las especificaciones dirigidas a las revistas con el propósito de establecer unos ciertos parámetros que mejoren sus prácticas internas y acrediten su calidad precisamente de cara a la eventual solicitud de tramos de investigación por parte de los investigadores que publiquen en ellas. Actualmente los investigadores pueden justificar una parte de su investigación con cargo a trabajos publicados en revistas que sin ser “impact factor journals” acrediten el cumplimiento de estos parámetros de calidad. Los criterios resultan de la conjunción de tres niveles: normativo/informativo, donde se exige el cumplimiento de normas nacionales e internacionales de publicación científica y la transparencia sobre la composición de sus comités editoriales y de los procesos internos de evaluación; de calidad editorial: donde se especifican las reglas que han de cumplir las revistas en lo que concierne a estos mismos procesos internos especialmente en lo que se refiere a la evaluación de originales (en resumen explicitar lo que hace y hacerlo realmente). Y por último, el nivel relacionado con la calidad científica, que dado que no se puede evaluar directamente se valora a través de las tasas de aceptación/rechazo y endogamia de la comunidad de autores, elementos éstos que señalan hasta que punto una revista es un órgano de difusión atractivo para la comunidad científica a la que se dirige. En suma, como puede verse, el enfoque, para las áreas que no están plenamente integradas en la Ciencia internacional, es el de evaluar la calidad de las revistas en tanto que vehículos de difusión de la investigación, al tiempo que se sigue ejerciendo una razonable presión para animar a la internacionalización.
Por otro lado, a través convocatorias de proyectos de investigación, o directamente casi por generación espontánea fruto de caldo de cultivo favorable, distintos grupos de investigadores a acometido la puesta en marcha de aplicaciones orientadas a calcular el impacto de las revistas siguiendo protocolos que emulasen más o menos fielmente los del ISI; cabe citar entre ellas las del índice de impacto potencial de revistas médicas españolas (http://ime.uv.es/imecitas/factor_impacto.shtml), In-RECS, para las revistas de Ciencias Sociales (http://ec3.ugr.es/in-recs/) y más recientemente, RESH (http://resh.cindoc.csic.es/) que calcula los promedios de citación para las revistas españolas de humanidades. Por citar las que considero las iniciativas más relevantes.
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